El destacado neurólogo argentino de amplia trayectoria científica en el campo de la investigación sobre la influencia del cerebro y la salud nos brinda 6 consejos prácticos al alcance de todos para mejorar el bienestar y la calidad de vida
La salud de nuestra mente está en nuestras manos mucho más de lo que creemos. La mayoría cree que tener un cerebro joven o viejo depende en gran parte de la herencia genética de los padres. Pero no es así: apenas un cuarto del envejecimiento cerebral se debe a herencia genética. El resto tiene que ver con el estilo de vida, con los hábitos. Y hay formas muy concretas de mantener agudas las principales funciones del cerebro y mantenerse joven allí donde más importa.
Hay mucha evidencia científica en torno al tema: son muchos los factores identificados como potencialmente protectores, que pueden ayudar a mantener un cerebro en forma y disminuir el riesgo de deterioro cognitivo en la vida adulta. Algunos de ellos son: llevar una dieta saludable, realizar actividad física de manera regular, mantener un buen patrón de sueño, manejar el estrés y tener una vida social activa Nuestro estilo de vida tiene un profundo impacto en nuestro cerebro. Con el correr de los años, el cerebro se transforma de manera constante y cada uno de nosotros puede influir de manera positiva sobre estos cambios que se producen a medida que pasa el tiempo. Es clave que nuestros recursos cognitivos sean estimulados" Los consejos prácticos para una mejor calidad de vida:
1) Controlar el colesterol y la glucemia. Evitar el sobrepeso. Cuidar la presión. Comer verdura, fruta, pescado: hace bien al corazón, al sistema vascular y al cerebro.
2) Moverse: Hacer ejercicio físico, porque genera nuevas conexiones cerebrales, es un buen ansiolítico y antidepresivo, y refuerza el pensamiento creativo.
Es importante considerar actividades físicas en compañía de alguien (por ejemplo, baile, tenis o caminatas) que involucren tanto el ejercicio físico como el compromiso mental y social. El sedentarismo debilita al cerebro e incrementa el riesgo de sufrir demencia.
3) Descansar: Dormir bien, 8 horas, y dormir un rato de siesta. Es salud. Así como hacer acu-presión (masaje que en forma circular y con presión moderada se realiza en un punto de acupuntura generalmente en la mano izquierda para dormir bien)
4) Combatir el estrés. Lo que nos pasa es inevitable, pero podemos mejorar cómo enfrentamos esa realidad. Uno puede estar en una playa en Jamaica, pero con el bocho aquí y no va. Y se puede estar en medio de la City porteña en paz.
Todas las actividades que contribuyan a "transpirar el cerebro" son positivas: desde armar rompecabezas y palabras cruzadas hasta aprender un idioma o un instrumento musical. Buscar aquella opción que genere más entusiasmo es el primer paso en este camino
5) Tener vida social: la gente aislada, que no se conecta, se muere antes. Estar aislados socialmente tiene una mortalidad mayor que el tabaco y el alcoholismo. Hay que conectarse, ir a misa –no sólo por la misa sino para estar con gente–, ir a espectáculos gratuitos, reuniones, juntarse con los demás.
Es importante participar en actividades de estimulación mental que incluyan el compromiso social y un propósito en la vida (por ejemplo, el voluntariado o ser mentor de otros en la comunidad).
6) Encarar desafíos intelectuales. Hay que hacer algo que nos cueste: estudiar violín, otro idioma. Eso hace bien. Yo, por ejemplo, estoy estudiando economía. Realizar actividades novedosas, que nos resulten atractivas y mentalmente estimulantes, como aprender un idioma o un instrumento musical, estudiar sobre nuevas disciplinas y tener pasatiempos desafiantes, nos ayuda a mantener nuestra mente activa según destaca el neuro-científico que en el año 2018 se convirtiera en el 1er presidente de habla hispana de la Sociedad Internacional de Demencias Fronto-temporales.
Para evitar que el cerebro se deteriore es clave tomar conciencia desde temprano: la idea no es esperar a que la memoria se nuble o la capacidad de atención se deteriore. La fabulosa máquina cerebral se puede ‘aceitar’ y cuidar desde la juventud, y desde allí hacer más lento el ritmo inevitable de su declive Todas las actividades que contribuyan a "transpirar el cerebro" son positivas: desde armar rompecabezas y palabras cruzadas hasta aprender un idioma o un instrumento musical. Buscar aquella opción que genere más entusiasmo es el primer paso en este camino